Un experimento, realizado por varias universidades europeas, dejó a jóvenes españoles de entre 15 y 24 años sin móvil una semana. Según las estimaciones, esto correspondería a 35 horas de uso.
No es ninguna novedad que las redes sociales tienen una presencia muy importante en la vida de los jóvenes (y los no tan jóvenes). Pero, además de para compartir y consumir fotografías y demás contenido audiovisual, estas cumplen una labor informativa.
Ante el miedo a esta realidad en la que los usuarios no se informarían por fuentes periodísticas de lo que pasa en el mundo, en mayo se inició esta investigación, que pretende preguntar a más de 9.000 jóvenes europeos los criterios que siguen a la hora de creerse o no un contenido y compartirlo.
“Nos movió a arrancar la investigación una fuerte preocupación: los datos (Instituto Reuters) nos dicen que los jóvenes acuden a fuentes oscuras para informarse, a actores ajenos a la profesión periodística, la sociedad del futuro se contenta con esa banalización del contenido”, explica Pedro Farias, catedrático de Periodismo de la Universidad de Málaga e investigador principal del proyecto.
Y es que muchos jóvenes aseguran que “los periódicos no sirven de nada”, ya que estos se quedan desfasados frente a Internet, que dispone de información actualizada en tiempo real. Es por esto por lo que prefieren informarse de la actualidad mediante aplicaciones como TikTok (15% frente al 3% de 2020).
El experimento tenía tres fases, cada una con una duración de una semana. En la primera, los jóvenes utilizaban sus smartphones como lo hacían habitualmente. En la segunda, debían tener el dispositivo apagado. Para finalizar, en la tercera podían volver a utilizarlo.
Aunque aseguraron sentir agobio, ansiedad y dependencia, sobre todo en los momentos en que veían a otras personas utilizarlo, también aseguraban haber sentido alivio por no tener que responder las notificaciones de WhatsApp y haber disfrutado de esas 5 horas diarias que suelen dedicar al móvil, de las que 4 van destinadas a las redes sociales. “He conseguido leerme un libro completo. Hace seis años que no leía uno por placer”, aseguraba uno de los participantes en el experimento. Además, también notaron mejoras en la convivencia familiar. “He visto una serie con mis padres sin distracción: lo he disfrutado” o “esta semana apenas hemos discutido por mi uso del móvil: ha sido un alivio” son algunas de las declaraciones.
No obstante, en lo referente a lo informativo, los jóvenes se sintieron perdidos y desinformados, por no tener incorporada en su rutina el seguimiento de noticias por medios tradicionales como la televisión o la radio. “Cada mañana nada más abrir los ojos, voy a Instagram y me entran los temas del día”, explicaba Lorena Vegas, de 21 años. Y es que, tal y como aseguran los jóvenes, el móvil facilita que las noticias lleguen a ti, en vez de que tú tengas que dedicar tiempo a buscarlas. Pero ¿cómo de fiables son estas fuentes?
Según el informe de la OCDE ‘Lectores del siglo XXI: desarrollando competencias de lectura en un mundo digital’ (mayo de 2021), solo un 46% de los estudiantes españoles de 15 años encuestados aseguraba haber recibido pautas en su escuela para diferenciar información fiable de la que no lo es. Además, en España la tasa de jóvenes capaces de diferenciar hechos de opiniones (41%) está por debajo de los países de la OCDE (47%).
Esta información es preocupante, ya que la información es poder, siempre y cuando esta sea veraz y objetiva. El informe Digital News Report 2022, realizado por el Instituto Reuters y la Universidad de Oxford a partir de más de 93.000 entrevistas a consumidores de 46 países, explica que los jóvenes encuentran dificultades a la hora de comprender lo medios más tradicionales y, por ello, optan por las redes sociales, que son más informales, inmediatas y personalizadas (gracias a los algoritmos).
Debemos concluir, por tanto, que los medios tradicionales (que cada vez cuentan con menos suscriptores) deben ir progresando hacia estas características si quieren enganchar a la audiencia más joven y, por tanto, sobrevivir.